miércoles, 9 de noviembre de 2011

Descubre el arte de amar la poesía

Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.

Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

Antonio Machado (1875-1939)
 El otro día indagué en los poemas que Antonio Machado escribió para Leonor. Es verdad que con anterioridad ya los había leído, pero sin ir más allá.
¿A qué me refiero con esto? Bueno pues es bastante sencillo. Todos en algún momento dado hemos leído muchas cosas de las que no nos hemos enterado mucho, quizá por que no nos han enseñado a valorar lo que ponía por escrito.
Tenemos que pensar que ellos a fin de cuentas son personas que por circunstancias de la vida sienten, o sueñan en momentos determinados igual que nosotros. Creedme que valoro a la gente que puede llegar a escribir poemas, ya que resulta muy difícil; puesto que no solo es poner por escrito los sentimientos sino que además has de ponerlos de forma bella, y que el receptor pueda comprender el instante en el que lo escribías.
En los poemas de Antonio Machado referidos a Leonor, son realmente bonitos. No solo por la belleza con la que expresa lo que se expresa, sino por como al leerlo te deja con el alma en vilo, ya que se puede percibir que realmente estaba enamorado de la mujer a la que dedicaba esos versos.
La vida es un camino lleno de rosas y de espinas, por eso nuestro corazón va cambiando de latidos en función de aquello que le suceda. En referente al amor, no siempre resulta ser ese mundo tan ideal que nos han intentado describir o contar, aunque si que existe diferencias con respecto a determinados estereotipos cuando uno habla de un amor verdadero.
 Las personas que pasan por nuestra vida, pueden ser meras estrellas fugaces que en un abrir y cerrar de ojos, están a la vez que se difuminan en la inmensidad del firmamento; pero por el contrario, existen otras que dejan huella por muy efímera que sea su estancia a nuestro lado, y ellas son de esas estrellas que se quedan y nunca nos dicen adiós.
Pues esto mismo ocurre cuando nos enamoramos. Hay algunas personas a las que amamos, otras a  las que queremos y otras por las que sentimos verdadera pasión por ellos. Pero sin embargo, en ocasiones no sabemos poner matices diferenciales entre los términos que anteriormente he empleado, y de ello nos percatamos cuando alguien se marchó de nuestro lado por que la vida nos lo arrebató.
Algo similar fue lo que le pasó a Antonio  Machado. El se enamoró de aquella jovencita muchacha que con su personalidad le cautivó. Su vida se centraba en ella, girando en torno al amor que impregnaba su corazón, pero de pronto un día eso se acabó, quedando en él un vacío que a los de más transmitió mediante sus poesías.
Cuando nosotros perdemos a alguien muy querido, aunque a veces digamos que no, siempre se queda en nosotros una pena y un vacío que solo podrá ser ocupado por el recuerdo constante del que se marchó. Siempre he pensado que nadie se va de nuestro lado, hasta que somos nosotros quienes dejamos de pensar en ellos.
Al leer este poema que tan lindo resulta, sentí en mi interior el fluir de sentimientos que no pensé volver a despertar. Quería ser objetiva al leerlo, metiéndome exclusivamente en la piel del escritor, porque si no lo hacía así sabía que lo llevaría al terreno personal. Pero por más que lo intenté no pude y realmente parecía que lo hubiesen escrito para un determinado momento de mi vida.
Además conforme vas adentrándote en el texto, te das cuenta de que muchas de las cosas que en él se expresan en un momento dado, las hemos pensado todos al añorar la presencia de quien se marchó. Por eso hemos de decir a quienes queremos lo que son para nosotros mientras estén a nuestro lado, puesto que de ese modo, cuando tengan que partir habremos disfrutado de ellos, de esos pequeños instantes que grandes momentos harán de la vida, pudiéndoles recordarles con una sonrisa y sabiendo que su presencia siempre se mantendrá a nuestro lado.

1 comentario:

  1. Precioso comentario.

    Machado era poeta hasta en su vida diaria. Pero un poeta serio, contenido, con una elegancia que le hacía buscar la palabra perfecta, el símbolo perfecto y el sentimiento razonado. Solo una vez perdió Antonio los estribos poéticos (por decirlo de alguna manera). Y fue, precisamente, en el poema en que se rebeló contra el mismo Dios:

    "Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
    Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
    Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
    Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar."

    Ni una metáfora, ni un símbolo... solo pena, una pena enorme y una soledad tan infinita como el mar.

    Me alegra que hayas redescubierto a Machado. A veces un comentario (sobre Soria si no recuerdo mal) motiva más que la explicación de un tema sobre literatura.

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